El opio del pueblo
Durante esta semana no han importado las lluvias, el sexo ha sido un asunto irrelevante, los augures del FMI sobre la economía que le parió meras coplas de pie quebrado. El debate sobre el caduco Raúl que no va convocado con la furia roja se ha ido diluyendo (sí, sí, caduco...esta selección debe ir eliminando viejos vicios e iniciar una nueva etapa). El corifeo habitual en torno al 7 que al parecer inventó ese número y que merece un lugar en la historia que ni Pelayo ha cambiado de versículos. El país sólo tenía la mente en un lugar:Brasil, circuito de Interlagos. Escuchar durante el café matutino en el bar de turno nombres como "quimiraiconer" dejaba de ser algo gracioso para ser la tónica general, junto a minutos de divagaciones sobre la perversidad de Ron Dennis, ese judas de trapo motivo de escarnio público por haberle roto el fistro durante todo el año a nuestro asturiano más universal (después de Eloy Olalla): Fernando Alonso. Y así somos en este peculiar país. Mientras este buen señor se dedicaba a ganar títulos y a proclamar con cierta soberbia su superioridad al volante gran parte de este país lo vetaba y deseaba su fracaso. Pero en cuanto los ingleses de McLaren deciden colgarle el cartel de segundón nos acordamos de Gibraltar, sacamos a relucir el orgullo patrio, olvidamos nuestras fobias hacia el susodicho piloto y de repente todos somos de Alonso, y sobre todo, todos nos declaramos enemigos número 1 de Hamilton, cuyo oprobio de repente supone nuestra satisfacción. Incluso las mentes más progres olvidan viejas reglas y deciden que Hamilton es negro (no "de color"), y que es el anticristo por comportarse mayormente tal cual lo hacía Alonso no hace mucho tiempo. La supremacía del español está en peligro y por tanto hay que arrimar el hombro.
Al final un finlandés que pasaba por ahí empujado por un brasileño se proclama campeón; Raikkonen rompe el guión previsto y en los medios pocos se atreven a poco más que lamentar las pocas opciones de Alonso con su equipo de pecadores. Pero en la calle el clima es distinto.
Hoy el proletariado está feliz, tiene que madrugar igual, su hipoteca sigue siendo una mochila llena de piedras, las facturas siguen llegando puntualmente, pero el hombre de a pie está feliz, o al menos algo más sonriente. ¡Pero si ayer Alonso no salió campeón! "Bah, es igual, al menos no ha ganado el negro ese" (versión censurada). La "desgracia" de Hamilton hace felices a miles de españoles, hoy volverá el sexo a su escala de prioridades, leerán las noticias de economía, se quejarán de Zapatero o Rajoy y el mundo sigue girando, mañana se habrá olvidado, pero hoy...hoy Hamilton, ese que hizo sombra al nuestro no es campeón. Mientras, Hamilton está en su casa, sin mochila en la espalda y sin ninguna mala factura que llevarse a la boca. Pobre hombre...
Os pongo unas fotos chulas, producto de una conversación cervecera que tuvimos hace algunas tardes. Tal como hicieron los Enemigos con el aniversario del Ferpectamente (y que me corrijan los expertos en historia enemiga si digo alguna barbaridad) el señor Pich, Laguna y yo recordamos los viejos tiempos, aquellos de los inicios de Sexy Circus. Total, que se propuso la idea de retomar un proyecto amorfo que ha estado pululando por nuestro lóbulo ventromedial pero al que nunca le hemos tenido la suficiente fe como para subirnos. Se propuso la idea de formar un proyecto distinto a Sexy Circus, con 3 de los componentes iniciales, sin demasiadas pretensiones más que las de conjuntar un repertorio y tocar para pasarlo bien, siendo los menos posibles para precisar de pocos ensayos y pocas dificultades para quedar. De momento un ensayo, divertido y con buenas sensaciones. Veremos dónde queda todo ésto, quién sabe, igual ahora sí es el momento para que esta pequeña locura pueda asentarse como algo serio... si no, unas risas.
El cura ya tiene hijo...y The Sexy Circus un hermano pequeño y protestón.