Dedicado al hombre mono
Aquí está la prueba del delito. Corría el mes de diciembre del año 2005. Tres intrépidos viajeros de una bala plateada circulaban a ritmo del son radiofónico (algún tema de T-Rex probablemente) por la avenida Blasco Ibañez. Estos valientes se identifican de aquí en adelante con las iniciales P, I y J, como en las pelis de espías (para ponerlo difícil). En un momento dado, en el fragor de la conversa, atisbaron en el horizonte una sucursal bancaria de cuyo nombre no debemos acordarnos. "¡Es la ocasión!" dijo I, "¡corramos presurosos!" dijo J, "efectivamente" dijo P. Los tres tenores se adentraron no sin resquemor en el templo del capital. Recordando la mejor de las secuelas de Indiana Jones (que no sabemos cuál es; léase el Jones tal cual, si no pierde el toque el asunto), y en escrupulosa fila india (y al grito de maricón el último) se presentaron ante el ídolo metálico con pantalla táctil. Introdujimos con recato y sin menoscabo (bonita expresión sin demasiado sentido aquí) la llave mágica con banda magnética, y tras varias deliberaciones I convenció a J de tentar al dios del rock desde la atalaya más privilegiada. P tras soportar los convenientes improperios decidió amagar y huir de tamaña empresa. La suerte estaba echada; levantamos el visado hacia la travesía stoniana como si de la Champions League se tratara...Faltaban casi 6 meses.
Nuestra historia avanza en el tiempo unos cuantos meses, y observamos, disfrutando unas "humildes vacaciones" en las islas Fiji (o en algún sitio de estos alejados del corazón de Cuenca), a un singular guitarrista, que responde al nombre de Keith Richards, en adelante "el Richal", estaba escuchando "María Caipirinha" de Carlinhos Marrón, y tras hacer acopio de tres o veinte consumiciones, decidió que tenía que subirse a un cocotero a tocar la guitarra. "Tengo que subirme a un cocotero a tocar la guitarra" afirmó resuelto mientras apuraba el culo del último recipiente lleno de líquido no exento de alcohol. El Richal, conocido en su barrio por escribir "hambre" sin hache, y por ser un cabronazo de no te menees, emprendió tan ambicioso proyecto con tan mala fortuna que dio con sus huesos en el suelo. Traumátismo craneo-encéfalico. Vaya por dios...
En ese momento 3 ingenuos inversores del espectáculo rockero más grande jamás concebido dormían confiados, ajenos al trágico desenlace de los acontecimientos. Bueno, P se levantó para hacer sus cosas, como todo el mundo. Pero él no estaba implicado en la trama por omisión.
Así pues, la incertidumbre se adueñó de los seguidores de la banda. ¿Qué pasará?¡a ver si la palma!¿es malo beber agua después de comer nísperos?
La gira se fue posponiendo hasta que, ¡oh! ¡fatuo destino y esquiva suerte! ¡Se cancelan todos los conciertos hasta el mes de Julio! El Richal está tocao, algo que no es novedad, pero no llega a Barcelona, cuyos moradores han de conformarse con el Estatut, que no es igual, pero menos da una piedra pomez. Los dos intrépidos inversores restantes terminan nuestra narración al estilo de las películas de Pajares y Esteso: ¡Vete a la mieee...!
Ahí podeis contemplarla. La flamante entrada que no... como si de una canción de Josele se tratara/se. ¿Está puesta al revés por error? Olvídate de eso, siguiendo el ejemplo del cuadro de Felipe V (si hombre, ese que está colgado al revés en Xátiva como castigo por quemarles la ciudad; a ver si leemos más la revista Bravo...), la hemos colocado invertida mostrando nuestro cabreo. Richal, no nos esperabamos ésto de tí. Nos has roto el corazón, a partir de ahora seremos seguidores de Elton John (a la próxima putada incluso nos plantearemos el culto a Phil Collins).
You're just a monkey man!