
Llegamos al día 2 de grabación. Me planto en el local de ensayo con dos guitarras eléctricas, una acústica, todo el material para grabar, un bocadillo de atún con huevo duro (delicioso...) y muchas horas por delante. El sr. Pichi M. Castillo me ayuda en la empresa de cargarlo todo en el coche y llevarlo a buen puerto. Comenzamos a cablear, según el guión previsto en la anterior reunión. No sé si es alergia o costipado, el caso es que me encuentro perjudicado. Llega Bruno, lo pinchamos todo, testeamos señales y comenzamos a grabar. Paramos a echar un café, Bruno asiste a un tangado por la máquina de snacks con el mismo nivel de entusiasmo como indiferencia mostramos los demás, sentados y disfrutando de un pavoroso cortado que desembocaría en ardor de estómago. Regresamos al local y recuperamos Ella es tan...importante, una vieja espinita de trabajo no bien resuelto, la vestimos con nuevos atuendos, comprobamos claquetas. Pasamos página, nos vamos a un viejo anhelo: grabar El discreto encanto de una despedida. Tenemos ligeros problemas de tempo, nada serio. En esas llama Rober "estamos aquí pegándonos con el metrónomo", "voy a ver el fútbol, igual me paso, si eso llamo". Encontramos la velocidad constante, la distancia precisa. A falta de que llegue la sonrisa perfecta grabamos primero batería y una guía de guitarra. Bruno mete posteriormente el bajo. Me siento en el suelo, grabo una guitarra acústica para El discreto. Elijo la telecaster, pongo el Marshall a una potencia considerable y pido al respetable que se cuide las cocleas de las agresiones de decibelios ("cuidado, voy a tocar a toda hostia"). Meto guitarras para el discreto. Busco algo hiriente. Como una mala despedida sin cerrar. En esas llega Laguna, le abre Bruno, entra en silencio pero el micro registra una nueva presencia. Termino tema y paso a Ella es tan...importante, ajusto el trémolo, cambio de pastilla, le doy un poco más de medios a la guitarra. Tengo que grabar la rítmica dos veces, error humano... Paso a la parte solista, este solo lo he tocado muchísimas veces, aún así tengo que repetirlo, shit little parrot. Las presencias alegran la estancia, pero disminuye la atención...quieras que no. Hacemos preescucha "psché, puede valer". Paramos a cenar, Pichi lleva atún con olivas, Bruno un plato como dios manda de macarrones para parar el AVE por Zaragoza (o al menos ralentizarlo), y Laguna un bocata sin especificar. Tres mahous y una cocacola. Otro café, el ardor viene a lomos de un proceloso corcel negro.
Volvemos a la sala, me tomo el pertinente paracetamol. El duodeno empieza a soltar ligeros haikus gástricos. Bruno tiene problemas con el bajo, ruidos extraños de ultrabass. Nada que hacer, pasamos palabra. Comenzamos a grabar voces, primero Ella... con voces de fondo, algarabías y Pichi que no calla ni bajo el agua (sssh). Después El discreto (este tema es cojonudo). Sale a la primera, coño qué bien ha quedado la acústica. Laguna nos graba. Bruno pica espuelas y nos quedamos los tres. Nos quitamos el traje de The Sexy Circus (relamiendo el buen sabor sobre todo de El discreto...) y nos enfundamos las mallas de El hombre solo. Llevábamos algo de faena hecha, velocidades y demás. Comenzamos con un tema llamado Trilogía, que por duración sería perfecto para un anuncio. Aún así nos genera más resistencia de la prevista, es el primero, el hielo parece granítico pero finalmente se resquebraja. Tras el turno de la batería y acústica se mete la eléctrica. Grabamos voces, efectos vocales a lo Anakyn cuando ya es Darth Vader por medio de un cencerro (qué cosas...) y risas ya emitidas en la grabación de El discreto. Semos así de alegres. Pasamos a otro tema mirando un poco el reloj porque ya serán casi las 4 de la madrugada. Empezamos con Caballos, tema de la época protosexycircusiana con el que ya habíamos bailado en tiempos de créditos de libre configuración y mucho, mucho tiempo libre. Mismo método, cojo un rato la cámara, grabo un retal que espero ver. Cojo la eléctrica, se graban las dos pinceladas previstas y un par de solos, uno esbozado en el pasado y otro imprevisto. Se busca la complicidad casi subliminal de algunos efectos que solemos utilizar desde el exceso. Resultado muy satisfactorio, el tema suena de puta madre, nos venimos arriba. Ha pasado un ángel, de esas cosas que pasan de repente. Por suerte estábamos grabando. Gracias.
Todavía nos da tiempo de perfilar las bases de otro tema, pero no son horas, no da tiempo a mucho más. Recogemos todo el arsenal, Pichi me acompaña asobinao y retraído por la fatiga, Laguna se va en su coche porque en unas horas trabaja. ¿Es posible que ésto sea un comienzo? Pongo en el coche Mott the Hoople, "All the ways from Memphis", últimamente estamos en plan tonto con este tema, el cd lo tengo desde hace al menos 2 años, pero es un disco triple con unos 20 temas por disco. Lo que suele ocurrir, el exceso suele ir en detrimento de la atención prestada. A mí me pasa. Ha tenido que ser el visionado de la película de Lars von Trier "Rompiendo las ola

s" el que saque a la luz una canción que ya tenía entre mi colección. Llevamos los trastos a mi casa, vuelvo para dejar a Pichi, y otra vez a casa, tardo aproximadamente una media hora en encontrar sitio para aparcar, pongo la radio. Ha perdido el Valencia (no me sorprende) y el Madrid vuelve a sacar distancia al Barça (tampoco me sorprende). Al fin consigo aparcar, entre origen y destino se me hace de día. Son casi las ocho de la mañana, el horno ya estará abierto, ah no, que ya es domingo, son las noches de viernes a sábado cuando se puede usar este recurso. Llego a casa, me como una manzana en la cocina, pensativo, mientras el paracetamol está perdiendo su efecto y el ardor finalmente ha vencido la batalla. Busco en el botiquín un sobre salvador y tomo cantidades ingentes de agua. Tengo ganas de montar el ordenador y volcarme al mp3 lo grabado. Tengo aquel solo metido entre sien y sien, pero supongo que podré esperar hasta mañana. Me acuesto. Uff, qué dura es la vida del músico...o lo que sea...zzzzz...
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