Something else by the culebras

Como diría mi buen Pichi: efectivamente, hay momentos en la vida que por sí solos constituyen una canción implícita. Y hay otros en los que ni todas las canciones del mundo son suficientes. El fín de semana al margen de ensayos fue sin embargo, uno de los fines de semana más intensamente sexy circusianos. Volviendo a los orígenes (esta vez sin tango), a esas charlas intensas sobre éste o aquel disco de la Velvet, el sonido de la guitarra de Keith Richards, o la sorpresa de ver que aunque las montañas de discos nos sepulten siempre nos falta por descubrir algo. Laguna siempre tuvo un disco que yo nunca tuve. Y las montañas de recuerdos nunca sepultan, más bien ensalzan, sobre todos si están escritos con trazos de niño hiperactivo y guardados en un trozo de papel doblado en el lado del corazón. Un fin de semana de los de antes, de los de inspiración in vivo, de las juergas que nunca sabes dónde acabarán, de recordar peleas, tragos, guitarras y tardes de libre albedrío. De permitirte en un día a día tan hijo puta pararte un poco para sacar fotos al punto de partida. De recordar a grandes personas y mejores seres humanos, como Amador, David, Tere, M.Luisa, y muchos otros a los que no nombro porque por suerte veo más a menudo. Y a partir de ahora a Anna, que nos conquistó con su charlostka (¿se disi asín?) mucho antes que con su evidente tremendo corazón. De saber que no se puede obligar al tiempo a frenarse pero que a poco que estiremos la cuerda habrá un resquicio para poner en común nuestra inacabable búsqueda del pie quebrado, hasta hace poco gregaria, y cada día más individual y más difícil. La diferencia es que ahora ya no importa encontrarlo, disfrutamos y bailamos al son de la búsqueda. Podremos decir "hasta pronto" con trozos de cielo gris en nuestras gargantas. Podrá vencernos el tiempo, pero el olvido...que se vaya dando la vuelta.

Y la próxima, la pago yo.